* por Roberto Caballero
Hace muy poquito, el 24 de Marzo, casi 100 mil personas se reunieron en Plaza de Mayo recordando esta fecha del Golpe Cívico-Militar de 1976, donde Estela de Carlotto habló y dijo cosas muy fuertes, pero sobre todo enumeró a aquellas empresas que fueron la pata civil de lo que fue el terrorismo de Estado en la Argentina, y parece que no se lo perdonan.
Parece que a Estela de Carlotto le está impedido de alguna manera cuestionar a estas empresas que no sólo fueron la apoyatura civil sino empresaria también del genocidio. Entre otras cosas, ahora la asocian a una especie de reivindicación de la lucha armada.
Me quiero detener en una semana antes, el día que el diario Clarín atacó a La Cámpora –organización juvenil kirchnerista– diciendo que esta organización tenía armas del RENAR. La asociación de una organización juvenil de estas características con las armas, en realidad, tiene otra intencionalidad: la de asociarla a la violencia.
Ahora sucede con Estela Carlotto. Aunque es muy evidente, aunque parezca obvio, hay que ponerlo en palabras: Estela de Carlotto expresa un símbolo, no solamente de los Derechos Humanos, sino del coraje cívico dentro de las instituciones democráticas. En 30 años, nunca las Abuelas llamaron a un hecho de violencia. Nunca tomaron venganza por mano propia. Jamás. Su prédica ha sido siempre la de la justicia, esa justicia que todavía hoy, 30 años después de la recuperación democrática, no pudo encontrar a los 400 nietos que las Abuelas buscan. Estas Abuelas son víctimas, no promotoras de violencia, ni ideólogas de la lucha armada.
Me parece que en esto, Clarín no sólo miente sino que patinó, y patinó feo, porque Estela de Carlotto forma parte de la conciencia cívica democrática de toda la sociedad, de los que son kirchneristas y de los que no son kirchneristas.
La lucha de Abuelas es mucho más que la lucha de Abuelas: ha sido uno de los valores fundantes de esta democracia en la que vivimos, una democracia que sabemos tensa, discutida, apasionada también, por eso les digo: CON LAS ABUELAS NO.
En Tiempo Argentino
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